La mirada del fotógrafo en la sala Zaida
- IDEAL DE GRANADA
- 4 may 2013
- 2 Min. de lectura
Javier González
muestra la madurez
de su obra fotográfica
en la sala Zaida
de La Rural
Javier González, mantiene viva la llama artística de su padre, el pintor Fernando González, aunque ha cambiado los pinceles que tan maravillosamente trabaja su progenitor por una cámara digital. Tras una primera exposición –Monachil, octubre de 2011- en la que se dio a conocer como un fotógrafo comprometido con la sociedad en la que le ha tocado vivir y como un amante de la naturaleza, llega a esta segunda muestra con una colección mucho más madura y personal, que se podrá visitar desde el 2 al 22 de mayo en la sala Zaida de La Rural.
A lo largo de casi un centenar de fotografías, el diseñador gráfico y fotógrafo granadino pone de manifiesto su profundo conocimiento del color y el uso de herramientas fundamentales para el fotógrafo de hoy, como es el software Adobe Photoshop. Las instantáneas son crudas y realistas, aunque Javier González, en algunos casos, las sabe envolver en un halo de misterio, gracias al juego de claroscuro que utiliza a la perfección, propio de la pintura barroca de maestros como Velázquez, Caravaggio o Vermeer, convirtiendo la imagen en algo místico y de profundo sentimiento religioso. Un ejemplo es el incensario humeante propio de la Semana Santa granadina, en la que la intensa luz artificial proviene del fondo y sirve para centrar la atención del espectador en lo importante, en el incensario.
Profundamente preocupado por el devenir del mundo que nos rodea, de la naturaleza, González no es ajeno al destrozo que el hombre hace a diario del medioambiente. Ejemplo de ello es la lata oxidada en un playa, en la que el cielo gris y el dominio que posee del desenfoque gaussiano, presente en muchas de las instantáneas de esta muestra, hacen que el desecho humano, en primer plano, destaque más y se convierta en algo desgarrador por el daño que hace al entorno.
El fotógrafo granadino, por otro lado, mantiene su gusto por la macrofotografía -fotografías de gran tamaño sin importar su escala de reproducción, es decir la relación entre el tamaño verdadero del sujeto fotografiado y el de la fotografía-, con ejemplos como la mariposa posada en una flor o el saltamontes verde, en el que destaca el primer plano de la cabeza, en el que las antenas y ojos cobran una inusitada importancia.
El blanco y negro, como en la anterior colección, también está presente en esta exposición de Javier González, aunque en esta ocasión es mucho más realista, como lo demuestra el músico de jazz, que mira al cielo en claro ademán de agradecer a un ser superior el don musical que le ha dado. No obstante, otras fotografías muestran rostros de la calle –musulmán o el miembro de la banda de moros y cristianos de Alicante- en color, siendo el detalle y el primer plano lo importante.
Manuel Fernández























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